viernes, 9 de julio de 2010

Club de Mar, Mar salada.


Me dirijo a la barra pidiendo algo para escribir. Vuelvo a la mesa. Un te rojo y mi carterita verde, me esperan. Suena música ambient que transporta. Me siento otra vez de viaje.


Podría ser este cualquier lugar del mundo. Meto la mano en la cartera buscando algo sólido donde apoyar, toco un billete. Euros. Estoy en España. Los infinitos mástiles de los veleros, el calor húmedo, me hicieron pensar en alguna costa de México y me pregunté cuál era la diferencia de sensaciones. Por qué me sentiría diferente de estar en un lugar así pero en allá. En México cualquier cosa puede pasar. CUALQUIER COSA puede pasar. Esa es la diferencia de sensaciones. En un instante entré en conección, me vi aventurera viajando como me gusta. Un crucero enorme ziabogando y soltando amarras, una piscina a orillas del mar, reposeras, los palos inmóviles sin una gota de viento en la noche. El barco zarpa de Palma de Mallorca, y a mí que me parece tan natural q por momentos olvidaba que estoy de viaje, que esto es una aventura más, que es la vida que elegí. De fondo veo el barco que hoy es mi lecho. Es un barco un tanto "frío". Está bueno sacar la cabeza y verlo de afuera. ¡Es tan grande el mundo para quedarse en un solo lugar! Ahora conozco todo lo que pasa adentro, ahora convivo con chicas que por diferentes motivos hemos coincidido. Y como me escribieron hoy, de todos se aprende. Todos son maestros.

Él me habló de la posición que uno toma al escribir. Y yo quería estar apoyada en el respaldo mientras lo hacía. Con un aire desinteresado y relajado, por más q no había encontrado nada sólido para apoyar. Inclinarse sobre la mesa implicaba eso, inclinarse. Doblar la espalda y una actitud en el cuerpo como metida para adentro que no tengo en este momento.

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